La mayoría de las personas recurre al ibuprofeno, aspirina o naproxeno en busca de alivio rápido para dolores musculares, migrañas o molestias menstruales. Estos antiinflamatorios no esteroides (AINEs) son fáciles de conseguir, eficaces y relativamente económicos. Sin embargo, un uso frecuente o incorrecto de estos medicamentos puede tener consecuencias no solo a corto, sino también a largo plazo, advierte Trisha Pasricha, profesora de Medicina en la Facultad de Medicina de Harvard, en una columna en The Washington Post. Según explica, el daño al revestimiento intestinal es una de las complicaciones menos conocidas, pero más alarmantes.
La experta en gastroenterología y motilidad, actualemnte en actividad en el Hospital General de Massachusetts, detalla que, aunque los AINEs son efectivos para tratar el dolor de manera temporal, su consumo constante puede alterar gravemente la barrera intestinal, provocando inflamación crónica y otras complicaciones digestivas. A pesar de la accesibilidad de estos fármacos, sostiene que es crucial repensar su uso y explorar alternativas que sean menos dañinas para la salud intestinal.
Los antiinflamatorios no esteroides son conocidos por su capacidad para inhibir la producción de prostaglandinas, compuestos químicos que tienen múltiples funciones en el cuerpo, entre ellas regular el flujo sanguíneo en los vasos y contraer el útero durante la menstruación.
Sin embargo, al bloquear la producción de prostaglandinas, los AINEs también afectan el flujo sanguíneo en los vasos pequeños que alimentan el intestino, lo que daña las células que forman la barrera protectora en el revestimiento intestinal. Esto, explica la experta, hace que el intestino se vuelva más permeable, permitiendo la filtración de sustancias externas, incluidas toxinas y bacterias, que pueden causar inflamación y daños adicionales.
Los riesgos de tomar ibuprofeno diariamente
Según Pasricha, el uso regular de AINEs “es bien conocido por aumentar la permeabilidad intestinal”, lo que puede causar daños en el revestimiento del intestino. Esta afirmación se basa en investigaciones de décadas que demuestran cómo estos medicamentos afectan el flujo sanguíneo en los vasos que alimentan el sistema digestivo.
En ese sentido, explica que un porcentaje significativo de los usuarios de AINEs exceden las dosis recomendadas, lo que puede llevar a problemas gastrointestinales severos. Un estudio de 2018 en Estados Unidos descubrió que “el 15 % de los usuarios adultos de ibuprofeno exceden la dosis máxima diaria recomendada”. Además, más de un tercio de los usuarios toma otros AINEs simultáneamente sin darse cuenta de que duplican los riesgos.
Pasricha también aborda las consecuencias hepáticas asociadas con los AINEs. “Los AINEs se han vinculado al desarrollo de la enfermedad del hígado graso”, indica, señalando que el aumento de la permeabilidad intestinal permite que más toxinas y bacterias lleguen al hígado. Aproximadamente el 6% de los usuarios regulares experimentan una disminución en los conteos sanguíneos, sugiriendo pequeños sangrados internos continuos.
Cuáles son las alternativas
En cuanto a alternativas, Pasricha sugiere que los pacientes “hablen con su médico” para explorar opciones diferentes al uso constante de estos medicamentos, especialmente en casos de dolores crónicos como migrañas o dolores menstruales intensos. Aunque los AINEs son efectivos, sugiere el uso de acetaminofén cuando sea posible para evitar estos riesgos gastrointestinales.
La incidencia de úlceras es otra preocupación planteada en la columna de opinión de Pasricha. Explica que “uno de cada cuatro usuarios crónicos de AINEs tendrá una úlcera” y que hasta el 4% experimentará sangrado o perforación del tracto intestinal. Aunque los inhibidores de la bomba de protones han mejorado el tratamiento de úlceras, el uso diario por millones de personas en Estados Unidos sigue siendo preocupante.
Un aspecto adicional discutido por la experta es el impacto de los AINEs en la función renal, especialmente en personas mayores de 65 años. Según Pasricha, estos medicamentos “duplican innecesariamente la probabilidad de insuficiencia renal temprana” en estos pacientes, lo cual es particularmente alarmante para aquellos con factores de riesgo previos como hipertensión o diabetes.
Al abordar el uso de la aspirina como un tipo específico de AINE, Pasricha destaca sus beneficios para prevenir coágulos, pero enfatiza los riesgos asociados. Cita la actualización de 2022 de la Task Force de Servicios Preventivos de Estados Unidos, que desaconseja el uso de aspirina en bajas dosis si no se ha tenido una enfermedad cardíaca previa, debido a los riesgos de sangrados, sobre todo en adultos mayores.
Finalmente, Pasricha recalca un llamado a la precaución al combinar aspirina con ibuprofeno, ya que “el riesgo de un mal resultado puede ser mayor” al usar ambos medicamentos conjuntamente.
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La mayoría de las personas recurre al ibuprofeno, aspirina o naproxeno en busca de alivio rápido para dolores musculares, migrañas o molestias menstruales. Estos antiinflamatorios no esteroides (AINEs) son fáciles de conseguir, eficaces y relativamente económicos. Sin embargo, un uso frecuente o incorrecto de estos medicamentos puede tener consecuencias no solo a corto, sino también a largo plazo, advierte Trisha Pasricha, profesora de Medicina en la Facultad de Medicina de Harvard, en una columna en The Washington Post. Según explica, el daño al revestimiento intestinal es una de las complicaciones menos conocidas, pero más alarmantes.
La experta en gastroenterología y motilidad, actualemnte en actividad en el Hospital General de Massachusetts, detalla que, aunque los AINEs son efectivos para tratar el dolor de manera temporal, su consumo constante puede alterar gravemente la barrera intestinal, provocando inflamación crónica y otras complicaciones digestivas. A pesar de la accesibilidad de estos fármacos, sostiene que es crucial repensar su uso y explorar alternativas que sean menos dañinas para la salud intestinal.
Los antiinflamatorios no esteroides son conocidos por su capacidad para inhibir la producción de prostaglandinas, compuestos químicos que tienen múltiples funciones en el cuerpo, entre ellas regular el flujo sanguíneo en los vasos y contraer el útero durante la menstruación.
Sin embargo, al bloquear la producción de prostaglandinas, los AINEs también afectan el flujo sanguíneo en los vasos pequeños que alimentan el intestino, lo que daña las células que forman la barrera protectora en el revestimiento intestinal. Esto, explica la experta, hace que el intestino se vuelva más permeable, permitiendo la filtración de sustancias externas, incluidas toxinas y bacterias, que pueden causar inflamación y daños adicionales.
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